Se encontraba frente
a él o ella, un pájaro con cuerpo de humano y una oscura mirada que
creaba cierta tranquilidad y preocupación al mismo tiempo. Al
instante, el pájaro dirigió su mirada hacia él y le dijo:
-Puedo darte lo que
quieras, lo único que me tienes que dar a cambio, es tu tiempo.
¿Cuál es el mayor de tus deseos?
A lo que él le
contestó:
-Ser feliz,
cambiaría todo por ser el más feliz del mundo.
El ser dio un
chasquido con sus dedos y dijo:
-Ya está, puedes
seguir tu camino.
A los tres días, su
vida comenzó a perder el sentido, la bajada hacia la tristeza había
comenzado mientras sus dosis de felicidad se iban desvaneciendo. La
otra cara de la moneda se estaba dejando ver, y ahora se encontraba
arriba, en aquel puente, intentando pagar su deuda, y justificar el
punto final de su historia.